PEÑA BARCELONISTA DE GUAREÑA

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TITO POR SIEMPRE ETERNO

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jueves, 14 de abril de 2011

APASIONANTE RECTA FINAL DE TEMPORADA

Recta final de temporada, momento cumbre para gloria o fracaso. Conceptos que inspiran grandeza y frustración, sentimientos que, en el lenguaje universal del fútbol, están delimitados por una delgada línea casi imperceptible. Cinco elementos conforman la naturaleza de los equipos que, después de una temporada intensa, están en condiciones de cruzar la línea de meta antes que los contrarios: El estado de ánimo, la fortaleza física, la inercia ganadora y el azar son las cartas a repartir de la baraja. El quinto elemento, el indispensable, es el estado mental. En esa suerte, el Barça parece haber superado todas las trabas que podrían haber arruinado su atrevida propuesta y su histórica trayectoria. Primero se puso en cuestión el hambre de títulos de un grupo que venía de ganarlo todo. Pep Guardiola, firme en la conducción, superó el trance a base de mano izquierda con los jugadores. Luego se dudó del grado de fiereza que el Barça demostraría si el Real Madrid le exigía un nivel top. Guardiola y sus jugadores contestaron en el verde, mejorando los registros inalcanzables de campañas anteriores.


El Madrid de Mourinho, que está cuajando una temporada magnífica -como ya anunció el técnico culé- presenta números de campeón. A eso ha puesto réplica el Barcelona, que ha mejorado todas sus plusmarcas y ostenta registros de otro mundo.
Otro obstáculo para Guardiola está siendo el estado físico de una plantilla sin excesivo fondo de armario. Livianos y explosivos, Villa, Pedrito y Messi reservan motores, capaces de acelerar de cero a cien en un segundo. También hay plan para los diésel, Xavi Hernández y Andrés Iniesta, a los que su entrenador ha pedido que hagan acopio de energía. Toda la que le sobra al último diamante de la factoría de talento de La Masía, Thiago.

En la retaguardia, enfermería a tope: El mazazo inesperado de Abidal y la misteriosa dolencia de Puyol colocan a Guardiola en una situación delicada. En sus múltiples enfrentamientos ante el Real Madrid, contará con una cobertura capaz de sacar el balón limpio desde la cueva, pero tendrá el hándicap de no disponer de sus dos centrales más rápidos al quite. Será un talón de Aquiles en hipotéticos cruces ante velocistas como Di María o Cristiano Ronaldo. El recurso para paliar posibles daños colaterales será Sergio Busquets, el comodín de Guardiola. Lento de piernas pero ágil de cabeza, el pivote del Barça tendrá que afrontar un nuevo desafío (otro más) en su meteórica y nunca bien ponderada carrera. Busquets, como esos líberos brasileños lentos pero sutiles, tendrá que jugar a adivino. Deberá intuir cada pase, descifrarlo y anticiparse para interceptarlo.
Guardiola, protector con sus futbolistas y bunkerizado de toda polémica (exterior e interior), es consciente de que debe liderar al equipo y a la institución - el entorno siempre fue ingobernable, hasta para él- en el último tramo de la temporada, en el último peldaño de una campaña plagada de trampas y zancadillas. Su mensaje está siendo directo: Toda distracción posible, todo debate ajeno a la pelota y toda aquella declaración de intenciones que no se ciña al presente del grupo, tendrá un coste elevado y será una rémora para poder cumplir los objetivos deportivos.


El técnico del Barça sabe que su equipo sólo saldrá triunfador de los desafíos que le esperan si es capaz de mantenerse unido primero y concentrado después. La última etapa será la más exigente, la que explore los límites de un equipo que sabe que ha pasado a la historia, pero que no quiere descolgarse del Reino de los Cielos. Guardiola ha sorteado, con paso firme, ese cadalso que le viene preparando su fervorosa legión de críticos. Lo ha ganado todo, pero Guardiola sabe que queda mucho por ganar.
Rubén Uría (Periodista de Eurosport)

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